La inteligencia artificial ha trascendido las barreras de la tecnología para instalarse de lleno en la cultura popular, la prueba más reciente viene de Cereté, Colombia, donde una pareja registró a su hija recién nacida como «Chat Yipiti».
El nombre es una clara alusión fonética a ChatGPT, el popular modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI.
La decisión, tomada el pasado 15 de agosto, ha generado una ola de reacciones y ha abierto el debate sobre la influencia de la era digital en las decisiones más personales.
¿Sería posible un nombre así en México?
Aunque el nombre fue aceptado sin problemas por la Registraduría en Colombia, en México la situación sería muy diferente.
Aquí, la Dirección del Registro Civil, particularmente en la Ciudad de México, busca proteger a los menores de futuras burlas o acoso. Para ello, existe una lista de nombres que son rechazados al momento de intentar registrar a un bebé.
La ley impide el uso de nombres que sean considerados peyorativos, discriminatorios, denigrantes o que no tengan un significado claro.
Bajo este criterio, se han prohibido nombres de personajes de ficción y, de manera muy relevante para este caso, de marcas tecnológicas.
En la lista oficial de nombres prohibidos en México se encuentran, por ejemplo, Facebook, Twitter, Email y Yahoo.
Por lo tanto, es casi seguro que un nombre como «Chat Yipiti» sería rechazado por un oficial del Registro Civil en nuestro país.
¿Un homenaje a la era digital?
Según medios locales, la intención de los padres fue rendir un homenaje a la tecnología y a la influencia que la inteligencia artificial está teniendo en la sociedad actual.
Este caso se suma a una larga lista de tendencias donde los padres se inspiran en fenómenos culturales para nombrar a sus hijos, como ocurrió con personajes de la serie Juego de Tronos o celebridades como Shakira.
Adios Usnavi, hola Chat Yipiti
En el pasado, era común escuchar nombres como Juan Dolar (One Dollar) o Usnavi (US Navi), pero ahora con «Chat Yipiti» es un reflejo de cómo la tecnología ya no es solo una herramienta, sino una parte integral de nuestra identidad cultural.
Sin embargo, creemos que un nombre debe ser un regalo para un hijo, no una declaración de principios de los padres ni un potencial experimento social.
¿Alguien quiere pensar en los niños?
La elección de un nombre ahora conlleva implicaciones que antes no existían. Piensa, por ejemplo, en un nombre tan común como Alexa. Los padres de una niña llamada así no solo tienen que cambiar la palabra de activación de sus asistentes de voz para evitar confusiones en casa.
Además, la niña tendrá que enfrentarse a un sinfín de bromas repetitivas durante toda su vida, del tipo «Alexa, pon música» o «Alexa, dime el clima».
Este es un espejo del futuro que podría esperar a la pequeña Chat Yipiti, es fácil imaginar el tipo de acoso al que podría enfrentarse en la escuela, con compañeros pidiéndole en tono de burla: «Chat Yipiti, hazme la tarea» o «Chat Yipiti, escríbeme un poema».
La decisión en Colombia es un reflejo de la libertad personal, pero la regulación que existe en México demuestra una sensata previsión.
Proteger la dignidad futura de una persona nos parece un criterio mucho más sólido que la creatividad o el homenaje a una tecnología que, inevitablemente, será reemplazada por la siguiente.





