Hace 46 años, en 1979, un pequeño dispositivo a pilas cambió el mundo para siempre. El Sony Walkman TPS-L2 no solo reproducía casetes; inauguró la era de la banda sonora personal. Por primera vez, podíamos caminar por la ciudad, hacer ejercicio o viajar en transporte público con nuestra propia música, aislados en una burbuja sonora que nosotros controlábamos.
De ese momento a ahora hemos sido testigos de un cambio cultural que puede generar controversia sobre si es algo bueno o no para todos, pero los juicios respecto a los artículos que cambian los hábitos de una sociedad siempre son material de controversia,
En este momento, haremos un recorrido, hito por hito, en el camino que hemos recorrido desde la salida del Walkman al mercado, hace casi 50 años, hasta la llegada de los servicios de streaming con los que es posible tener a la mano la música deseada 24/7.
Sony Walkman (1979) – La Música se Vuelve Personal

Antes del Walkman, la música era una experiencia comunal o estática. O la escuchabas en la radio del coche, en el equipo de sonido de casa o cargando una grabadora pesada que usaba pilas enormes.
El Walkman rompió esas cadenas. Su diseño compacto y la posibilidad de intercambiar casetes lo convirtieron en un símbolo de libertad y estatus. Las escenas de personajes corriendo con sus Walkman se volvieron un cliché cinematográfico que definió a toda una generación.
Y aunque era bastante incómodo llevar varios casetes para poder escuchar música variada, resultaba funcional y por lo mismo deseable tener a la mano la comodidad que prometía un Walkman, dispositivo con el que nos despedíamos de la música analógica.
La Transición Digital: El Discman y el Nacimiento del MP3
Después del Walkman TPS-L2, así se llamó el primero, llegó al mercado el Walkman D-50, un dispositivo que ya no reproducía casetes ahora apostaba por un diseño que permitía llevar más música, porque este aparato reproducía CD y su energía completa duraba hasta por 5 horas.
El Discman lanzado en 1984, D-50, ofrecía una calidad de sonido superior y eliminaba la necesidad de rebobinar, aunque su sensibilidad a los saltos lo hacía poco práctico para actividades con mucho movimiento. Llevabas más música en un solo disco, pero la fragilidad del formato era su talón de Aquiles, ya no podías hacer ejercicio y escuchar música sin interrupciones.

Aquí sale en escena en MP3 Player, lanzado por SaeHan Information Systems en 1988, un dispositivo que tenía espacio para 32 MB de información, lo que suena a nada hoy en día porque estamos hablando de entre 8 y 16 canciones que son sólo datos.
Para competir con el MP3 Player y su capacidad de reproducir música sin saltos, Sony lanzó el MiniDisc Walkman MZ-1, el cual además de reproducir música permitió la grabación de sonidos y la ubicación de los mismos al poder ver o darles un nombre mediante un teclado, cambio que ahora con grabadoras de voz integradas en un smartphone ya vemos como algo cotidiano.
Inicia el siglo XXI y el teléfono aprendió a cantar
Casi al mismo tiempo que el MiniDisc, salía al mercado el Samsung SPH-M100, un teléfono celular que tenía una memoria capaz de almacenar entre 7 y 10 canciones en formato MP3, por primera vez se conjuntaban la telefonía y la reproducción de música y nos acercábamos a lo que para nosotros es cotidiano 25 años después.

Con la salida al mercado del Smartphone en 2007, parecía que la música y la telefonía quedaban unidos para siempre, pero aún faltaba camino por recorrer, por lo que hemos de regresar un poco en el tiempo, para entender qué pasó con nuestra forma de escuchar millones de canciones.
El Reinado del iPod (2001): «Mil Canciones en tu Bolsillo»
En este camino evolutivo es el iPod de Apple es rey, lanzado en 2001 su diseño resultó tan eficiente que se dejó de producir hasta 2022.
Su popularidad se debió a que permitía reproducir música hasta por 10 horas y tenía una memoria de 10 GB para cargar con música, además de que permitía una transferencia de datos con una velocidad de entre 50 y 400 MB.
Su éxito no fue solo el hardware. El ecosistema de iTunes permitió comprar y sincronizar música de forma legal y sencilla, organizando la vida digital de millones de personas.
Música, libertad y energía en movimiento
La llegada de aplicaciones como Spotify (2008) marcó el fin del debate sobre la capacidad de almacenamiento. ¿Para qué guardar mil canciones si podías tener acceso a más de 80 millones desde la nube?

La batalla de los diseñadores de dispositivos para reproducir música ya no es por cuánta música puedes llevar, sino por la calidad del sonido y la experiencia de usuario.
El Futuro es Inalámbrico y de Alta Fidelidad
La evolución no se detiene. La llegada de los auriculares inalámbricos en masa (popularizados por los AirPods de Apple en 2016) cortó el último cable físico que nos ataba a un reproductor; sin embargo, la nostalgia se abre paso y vemos que incluso los acetatos tienen un nicho importante entre los amantes de la música.





